Si encontrás los platos sucios apilados en la cocina, montañas de papeles acumulados en el escritorio o ropa limpia mezclada con la sucia en el piso, no estás solo. Es fácil etiquetar el desorden como una simple señal de pereza, pero la realidad, según los expertos, es mucho más compleja.
Muy pocas personas "experimentan realmente una vida libre de desorden o de líos", explicó Michael Tompkins, psicólogo y codirector del Centro de Terapia Cognitiva del Área de la Bahía de San Francisco a The Huffpost. Existen muchas razones inesperadas por las que una casa puede estar desorganizada, desde las etapas de la vida que atravesamos, ciertos rasgos de la personalidad hasta condiciones de salud mental.
El desorden como síntoma de TDAH y agotamiento mental
La desorganización crónica es uno de los "síntomas distintivos" del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). La psicoterapeuta y autora, Terry Matlen, señala que "la función ejecutiva está universalmente deteriorada en el cerebro con TADH". Esto se traduce en problemas para planificar, iniciar y completar tareas, y serios obstáculos con la memoria de trabajo.
Cuando tenés dificultades con la memoria de trabajo, es complicado seguir una tarea hasta el final sin distraerte. Tompkins ofrece un ejemplo cotidiano: podrías entrar a casa, distraerte con tu mascota y terminar dejando las llaves en una silla en vez de su lugar designado, sin que sea siquiera "una decisión consciente". Además, el desorden a menudo es un reflejo de nuestro estado mental. La psicóloga Natalie Christine Dattilo explica que la casa puede estar desordenada porque estamos abrumados, desorganizados mentalmente, o simplemente demasiado agotados para mantener el ritmo.
El estrés y la dificultad para soltar recuerdos
Una persona que experimenta depresión suele tener poca energía y falta de motivación. Dattilo detalla que "nuestra motivación proviene de una parte del cerebro que anticipa una recompensa, y cuando estamos deprimidos, esa parte del cerebro se apaga efectivamente". Esto genera una sensación de apatía que dificulta enormemente iniciar tareas de organización. La depresión y la ansiedad también se asocian con altos niveles de la hormona del estrés.psicosocial", puede que no priorice las tareas domésticas. Matlen indicó que tener hijos es
Además de los desafíos mentales, las grandes transiciones vitales nos pueden restar capacidad para gestionar el desorden. Si una persona experimenta un "factor estresante" una transición particularmente difícil, especialmente para padres con TADH, pues se enfrentan a una "avalancha de descargas eléctricas sensoriales" como bebés llorando, líos constantes y planificación de comidas.
Cuando el caos es emocional o un rasgo de personalidad
Existe una barrera emocional para ordenar. Joseph Ferrari, profesor de psicología, explicó que puede ser estresante deshacerse de objetos que nos recuerdan el pasado. Si trae emociones positivas o negativas, la gente simplemente lo dejará en vez de lidiar con ello.
Por otro lado, la personalidad juega un papel clave. Las personas con baja "escrupulosidad" tienden a ser más tranquilas, desordenadas y menos orientadas a objetivos. No les molesta tanto el desorden. El desorden también está ligado a la indecisión, ya que la gente evita tomar la decisión sobre dónde poner o si regalar ciertos artículos, evitando así ser culpados por el resultado de esa decisión.
El punto de inflexión del desorden
La mayoría de la gente experimenta desorden, pero ¿cuándo se convierte en un problema? Ferrari define un "punto de inflexión" cuando el exceso de posesiones crea una "vida caótica". Los indicadores clave son: si el desorden está causando angustia, afectando la habitabilidad de tu espacio, dañando tus relaciones o perjudicando tu bienestar financiero.
Si el desorden te hace llegar tarde porque no encontraste algo, eso está interrumpiendo tu vida diaria y causando angustia. La Dra. Dattilo advierte que "los estudios demostraron que el desorden en nuestros hogares se asocia con altos niveles de cortisol, la hormona del estrés", mientras que un espacio ordenado nos hace sentir tranquilos y seguros. Sin embargo, si tu desorden no crea problemas para ti o tu entorno, es probable que sea solo una cuestión de preferencia de estilo de vida. Tompkins concluyó que "La idea errónea más común [sobre el desorden] es que hay una forma correcta de vivir en su entorno".